La arquitectura de la Plaza Vieja en La Habana Vieja es una muestra ecléctica y vibrante de estilos que reflejan la historia y evolución urbana de la ciudad. Diseñada en 1559, esta plaza se caracteriza por ser uno de los espacios más diversos desde un punto de vista arquitectónico en La Habana.

Las construcciones que la rodean combinan elementos del barroco cubano, art nouveau y modernismo, creando un ambiente colorido y armonioso. Muchas de sus edificaciones datan de los siglos XVII, XVIII y XIX, con algunas adaptaciones de principios del siglo XX que mantienen una unidad estilística tradicional.

Uno de sus rasgos más distintivos son las viviendas de dos plantas con portales en la planta baja y galerías o logias en el segundo nivel, que funcionaban como balcones-miradores abiertos al espacio de la plaza. Los edificios exhiben amplios portales arcados, ventanas con persianas de madera o vitrales, balcones volados de hierro forjado, techos de alfarje y fachadas pintadas con tonos pastel que contribuyen a su encanto pintoresco.

En el centro de la plaza destaca una fuente barroca rodeada de bancos, que actúa como punto de reunión y descanso. Además, en la plaza puede observarse la Cámara Oscura, un mirador de 35 metros de altura con vistas panorámicas a La Habana.

En resumen, la Plaza Vieja es un ejemplo sobresaliente de la arquitectura civil colonial con una rica mezcla de estilos decorativos, donde el equilibrio entre balcones, arcadas y colores hace de esta plaza un espacio atractivo para la vida social y cultural de la ciudad.